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miércoles, 24 de febrero de 2010

De la vida de San Juan María Vianney, cura de Ars. II


Durante todo el día, empleado en el bien de las almas, no tenía reposo. LLegaba la noche y todavía estaba confesando. Se retiraba a sus casas, el buen cura iba a la rectoral a tomar el parco alimento de algunas patatas podridas y el breve descanso de la noche. Entonces comenzaba la vela formada y "movida" diabólica. El espíritu del mal permanecía oculto, pero su presencia era demasiado sensible para poder dudar. Penetraba en la habitación y derribaba sillas y mesas, con un grueso palo golpeaba sobre los muebles y sacudía las cortinas diciendo en tono de burla: ¡Come trufas, come trufas..!
Le tentaba la desesperación y le gritaba hasta desgañitar: Vianney, eres mío, pronto te tendre... ven....¿no te has muerto todavía?...¡pero te tendré!
Imitaba la voz de las bestias, el rugido de los leones, el aullido de los lobos, el ladrar rabioso de los perros, y se lanzaba contra las cortinas que trataba de rasgar. A la mañana, D. Vianney, creía encontrar todo revuelto, más quedaba maravillado la ver el orden del día anterior e intactas las cortinas.
A veces, el estrépito venía de lejos acercándose ensordecedor como un ejército en marcha. En el patio de la rectoral había una furia infernal de voces estridentes, un montón de blasfemias que espantaba; después sentía el paso cadencioso de una muchedumbre o del estrépito ensordecedor de caballos a pleno galope sobre un empedrado.
Sentía el rumor de pasos callados subiendo la escalera, después el chirrido apagado de la puerta como alquien que está queriendo entrar sin ser notado, y un instante después sentía rozar su frente y su cara por una mano helado e invisible.
Otras veces, por el contrario, el demonio preferia entrar en la estancia con gran estrépito y entonces sobre la pobre puerta retumbaban furiosos golpes que la sacudían como a una hoja seca; entraba después el espíritu maligno, y cuando no le insultaba con frases de escarnio, trataba de asustarle de mil maneras hasta tirándole del colchón para sacarle del lecho.

1 comentario:

  1. Que buen hombre! deberia ver gente así en este país...

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